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CRISTINA VIU
CARBALLO / LA VOZ 13/09/2018

La nueva ley de protección animal ha provocado una avalancha de abandonos de perros debido a que han aumentado las exigencias para tener una mascota. Perreras y protectoras están al máximo de su capacidad.En Carballo, los responsables de la perrera municipal dejan claro en su página web que en el caso de encontrar un perro abandonado hay que dar aviso a la Policía Local. Así lo hizo a las 3.30 horas Adriana Moreira. Regresaba de Razo cuando al pasar el puente de Oza se encontró con dos cachorros en medio de la calzada. Según explica la joven, los agentes aparecieron una hora más tarde con el localizador del chip. «O que nos din é que teñen orden de non recoller máis cans porque teñen os refuxios colapsados e que se nos queremos facer cargo deles, que ben, e se non, pois á súa sorte. Como é evidente os cans son cachorros, non apartan dos coches e deixalos alí sería firmar a súa morte», escribió en su cuenta de Facebook.

La historia ha terminado bien porque Adriana se llevó los perritos a su casa, encontró a dos posibles adoptantes, pero finalmente apareció la propietaria.El alcalde de Carballo, Evencio Ferrero, confirmó ayer que el Concello no recoge más perros mientras no haya vacantes en la perrera. «Non podemos telos en calquera sitio e como non se pode sacrificar temos todo cuberto», explicó el regidor.El problema no es exclusivo de Carballo. La mayor parte de los concellos de la zona incumplen la nueva ley de bienestar animal impuesta por la Xunta, y que, paradójicamente, ha multiplicado los casos de abandono porque los perros tienen que estar identificado con un chip y no pueden permanecer atados, una costumbre de la zona rural. Muchos temen las multas, que impone el Gobierno gallego, y sueltan a los animales. Suelen hacerlo lejos de sus casas para que no puedan volver.

El mantenimiento diario de cada animal es de 5 euros, pero algunos concellos se lo ahorran. A mediados de agosto los bomberos de Cee rescataron una perra que se había quedado atascada en una tajea. Llamaron al Concello para que se hiciera cargo del animal, pero no obtuvieron respuesta y la cachorra estuvo una semana en la estación hasta que le encontraron a una persona que la adoptó.Lo mismo sucedió con una perra de caza en Cabana, que fue recogida por Protección Civil y que vivió en la base una par de semanas. Allí sigue un macho, cruce de collie, que estuvo un mes rondando por Dombate y lleva otro tanto con los voluntarios. «É difícil porque hai moitos abandonos e Facebook está cheo de canciños que buscan unha familia», aseguró ayer una voluntaria. No solo las redes sociales, las páginas web de la perrera carballesa y la protectora, que hace unos días hacía un llamamiento porque se estaba quedando sin comida, están saturadas de fotos de perros en busca de un hogar. El alcalde de Carballo señaló que la Xunta ha dejado esta responsabilidad a los ayuntamientos sin darles las ayudas necesarias para hacer frente a un servicio que se ha multiplicado. Las quejas de los concellos comenzaron en cuanto entró en vigor la ley, que hace responsable al alcalde del bienestar animal y obliga al Concello a recoger a todos los canes abandonados o perdidos. En casi todos los casos, el incumplimiento de la norma es flagrante y finalmente son los voluntarios o los particulares los que acaban por realizar un papel que corresponde a las Administraciones públicas.
Por el momento, hay perreras en Carballo y Vimianzo, además de la protectora Amigos de los Perros. En Muxía y Fisterra tienen contratado con A Cova do Lobo, una antigua residencia canina en Brandomil.Un presupuesto de 270.000 euros para más de un centenar de canes, según la nueva normativaPara el alcalde de Carballo, la única posibilidad de solucionar el problema es la construcción de una perrera supramunicipal, algo que ya ha tratado con los alcalde de A Laracha y Arteixo. Considera que no es un problema propio de Carballo. «Os cans que abandonan aquí non son de aquí», explica el regidor, por lo que cree que lo mejor es mancomunar el servicio. NecesidadesSegún la empresa que presta el servicio de lacería y perrera en Carballo, construir otra que cubriera las necesidades actuales costaría 270.000 euros. «Non podemos gastar máis nos cans que nas persoas maiores ou nos nenos, que en becas ou en servizos sociais», señala Evencio Ferrero, que también ha visitado la protectora de Amigos de los Perros para intentar encontrar una solución conjunta, aunque las posibilidades son muy escasas.Evencio Ferrero recordó que la Xunta subvencionó el año pasado la perrera con solo 1.000 euros.

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